"La naturaleza es el motor que empuja mi silla de ruedas... ¡Rodando, que es gerundio!"

Primera cita de carraca europea ('Coracias garrulus') para el estuario del Miño

Todavía queda mucho para que acabe el año, pero tengo muy claro que la observación de una carraca europea el pasado fin de semana supone para mi el registro ornitológico más importante de este 2021. Y lo es por varios motivos…

La carraca es una de las aves más bonitas de nuestro país, con un plumaje más propio de una especie tropical que de los —por lo general— discretos pájaros ibéricos. Por otra parte, es la primera vez que la veo. Algo realmente difícil en Galicia, donde su presencia se considera rara y apenas un puñado de citas son notificadas anualmente

El pasado 13 de agosto lograba observar un ejemplar joven en la isla Morraceira das Varandas, en la parroquia de San Miguel de Tabagón (O Rosal). En la comarca del Baixo Miño sólo hay constancia de un avistamiento anterior en la serra da Groba (NOG, 2012), pero este sería el primero para el estuario. Jamás hubiera pensado que iba a tener la oportunidad de verla por aquí… ¡Alegría por partida doble!

La carraca es un ave coraciforme, familia que comparte con martines pescadores, abejarucos y abubillas.

En España su distribución es irregular, estando prácticamente ausente en la franja septentrional. Los principales núcleos reproductores se encuentran en la cuenca media del Ebro, Extremadura y mitad oriental de Andalucía. En Galicia se comporta como ave de paso, y es principalmente durante la migración postnupcial cuando se incrementa el número de hallazgos de ‘Coracias garrulus’. Aún así, es casi un milagro toparse con uno… Ahora vuelan hacia sus áreas de invernada en África, donde permanecerán hasta la llegada de la primavera.

El aspecto de la carraca me recordó al de los córvidos. Incluso el pico, fuerte y robusto, se parece mucho al de arrendajos, cornejas y urracas. En cambio, su vuelo lento, pesado y un poco desgarbado podría compararse con el de una avefría. Consideraciones puramente subjetivas… Lo que no puede discutirse es la belleza de aquella criatura, engalanada con un diseño de todo menos discreto.

El ejemplar observado es un juvenil, con un plumaje algo más apagado que el de los adultos.

Bajo sus alas, ocultaba una última sorpresa. Una espectacular combinación de plumas azul claro y oscuro que me dejó boquiabierto. Y eso que la librea de los inmaduros es más apagada que la de los individuos adultos.

Pero aprendí otras cosas observando su comportamiento… Por ejemplo, su capacidad para perseguir y atrapar insectos al vuelo. Fue asombroso contemplar las acrobacias aéreas que se ve obligada a ejecutar para capturar a sus presas. En el transcurso de las casi dos horas que permaneció en la isla dio buena cuenta de numerosos invertebrados voladores (mariposas, saltamontes, etc.) dejando claro que estos constituyen la base de su dieta.

En otras ocasiones la técnica de caza consistió en lanzarse desde lo alto de una rama sobre su víctima, regresando inmediatamente después para devorarla.

También hizo alarde de un marcado carácter agresivo y territorial cuando no dudó en enfrentarse a un busardo ratonero por hacerse con el control de un pino. El mismo en el que la descubrí por primera vez, y que utilizó varias veces como posadero.

La aparición de una carraca en el estuario del Miño es todo un acontecimiento. Sin embargo, podría tratarse de una evidencia más del cambio climático. Aves propias de ambientes mediterráneos que, favorecidas por el aumento de temperaturas en ciertas zonas del norte, amplían su rango de distribución hacia lugares donde no se conocía su existencia. Y esto es algo que sabemos muy bien los que pasamos mucho tiempo en el campo. Pero todavía es pronto para sacar conclusiones… Lo único que podemos hacer, de momento, es disfrutar de los regalos que nos hace la naturaleza.

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