"La naturaleza es el motor que empuja mi silla de ruedas... ¡Rodando, que es gerundio!"

El último canto del escribano palustre

Un canto monótono y estridente resuena en la marisma. Es un sonido totalmente nuevo para mi. Sin embargo, soy capaz de identificar al autor de esas notas... o al menos lo intuyo. Con la emoción del que sabe va a ser testigo de algo extraordinario, dirijo apresuradamente los prismáticos hacia mis ojos. Unos segundos después, detecto movimiento entre el carrizo. Mis sospechas no tardan en confirmarse. Un precioso macho de escribano palustre iberoccidental (‘Emberiza schoeniclus lusitanica’) interpreta su canción de amor entre los rígidos tallos de ‘Phragmites’, que parecen vibrar al ritmo de su apasionada actuación.
 
El fondo escénico no puede ser más inspirador… Una hermosa laguna rodeada en toda su extensión por un cinturón de vegetación acuática —compuesta en su mayoría de junco y carrizo— y enmarcada, a lo lejos, por una estrecha franja de bosque de ribera y modestas elevaciones montañosas... ¿Quién no querría encontrar el amor en un lugar así? 

Ejemplar de la subespecie iberoccidental en el estuario del Miño

Estoy en el estuario del Miño, uno de los últimos reductos de la subespecie iberoccidental de escribano palustre. La más escasa y amenazada de las tres presentes en la Península Ibérica. Dos de ellas (E. choeniclus witherbyi y la ya referida E. choeniclus lusitanica) aparecen como reproductoras, mientras que la tercera (E. choeniclus choeniclus) se comporta como invernante. De esta última, todavía conservo unas fotografías de 2014. Solía verlos en la Xunqueira de Salcidos, cerca del campo de fútbol. Desde entonces, si la memoria no me falla, no he vuelto a ver —ni a escuchar— ninguno más. 

Su ausencia durante todos estos años está plenamente justificada. La consideración de ambas subespecies reproductoras como 'En Peligro de Extinción' en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas habla bien a las claras de la delicada situación que atraviesan sus poblaciones. Pero esta catalogación no refleja la realidad de una de las aves que más ha sufrido en las últimas décadas la degradación de los humedales y la intensificación agrícola, dos de las principales causas de su dramático declive. 

Los carrizales son el hábitat predilecto del escribano palustre

La Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) acaba de publicar los resultados del III Censo Nacional de Escribano Palustre, acompañados de una propuesta de Estrategia para la conservación de la especie que sirva de base para la redacción de los planes de conservación a nivel autonómico y local, algo a lo que están obligadas las administraciones públicas. Las conclusiones, plasmadas en un exhaustivo informe, no pueden ser más alarmantes. 

En el caso concreto de la subespecie iberoccidental, la que nos ocupa y preocupa aquí, se ha estimado una población de 20-30 parejas reproductoras, lo que supone un descenso del 62% desde 2005 (cuando se contabilizaron 62-68 parejas) y un incremento del 117% respecto al censo de 2015, cuando la subespecie tocó fondo, con apenas 11-12 parejas detectadas. Galicia es la única comunidad que mantiene viva la llama de la esperanza para el E. choeniclus lusitanica, al haberse declarado como extinto en Euskadi, Cantabria y el Principado de Asturias. 


Del total de los humedales gallegos —y aquí viene lo importante— solo dos de ellos (Lagoa da Frouxeira y Estuario del Miño) albergan alrededor del 65% de la población de escribano palustre iberoccidental, con entre 9-11 y 4-6 parejas estimadas respectivamente. Un dato que vuelve a poner de relieve la importancia de nuestras marismas para el mantenimiento de especies emblemáticas y amenazadas. Sin embargo, la tendencia sigue siendo regresiva... 

La mejora experimentada en los últimos años no debe enmascarar la reducción significativa en el número de localidades con reproducción confirmada (15 en el año 2005 frente a 6 en la actualidad), así como la exigua y restringida área de ocupación que presenta la subespecie iberoccidental. Estos factores, unidos a la persistencia de las causas que motivan su disminución, justifican los esfuerzos encaminados a lograr un estado de conservación favorable. Una tarea que debe asumir la sociedad en su conjunto para evitar un final que parece predecible. 

La laguna en la que está ambientada este reportaje 

Transcurre la mañana en la escondida laguna del escribano palustre... Nuestro protagonista se empeña en hacer llegar claro y nítido su mensaje. Y para ello no duda en encaramarse a lo más alto de los carrizos, acariando ya los endebles plumeros. Literalmente, pone el grito en el cielo. Otras veces prefiere cantar desde un arbusto solitario, dejándose ver entonces con mucha facilidad. Repite una y otra vez la misma estrofa con la promesa de obtener respuesta. Pero a pesar de su firme determinación, nunca la recibirá. 

El escribano palustre iberoccidental afronta un nuevo ciclo reproductor con casi todo en contra. Una nueva primavera que podría ser la definitiva si no se toman medidas rápidas y eficaces. No hay tiempo que perder... Porque, más allá de la destrucción de los hábitats en que vive, este pequeño pájaro enfrenta un enemigo mucho más pernicioso: la ignorancia. Y es ahora —apoyados en la ciencia y la conciencia—, cuando hemos empezado a valorar su existencia en los escasos medios húmedos donde aún perviven ejemplares. Espero y deseo que las imágenes que ilustran este reportaje, captadas el pasado mes de mayo, no se conviertan pronto en un triste recuerdo.

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